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Cómo elegir el Barniz Adecuado para Cada Tipo de Madera

Introducción a los Barnices y su Importancia

Los barnices han sido empleados por los pintores desde la antigüedad, para preservar las obras e incluso para decorar sarcófagos egipcios.

Si bien parece ser que fue sobre el siglo XI, cuando el monje Teófilo dio la primera receta para preparar un barniz, no fue hasta 1440 cuando se empiezan añadir sustancias para acelerar el secado de este primitivo barniz, que estaba compuesto de una parte de sandáraca y dos de aceite.

Así pues, los barnices pueden considerarse como disoluciones de productos naturales llamados gomas en uno o varios líquidos. Estas disoluciones, al secarse, dan una superficie brillante, de aspecto agradable, y protegen la superficie que recubren.

La naturaleza de estas disoluciones permite una clasificación de los barnices tal com: barnices grasos, barnices a la esencia, barnices al alcohol, barnices mixtos y los más modernos como pueden ser los nitrocelulosicos, los de urea, los de isocianato (poliéster y poliuretano) los acrílicos y los barnices al agua por mencionar algunos.

Los barnices son indispensables a la hora de embellecer y proteger la madera del tiempo y los agentes climatológicos, de ahí la importancia de una buena elección de los mismos y un buen profesional para su posterior aplicación.

Tipos de Madera: Características y Necesidades

Cada tipo de árbol da una madera distinta: blanda, dura o resinosa. En base a eso haremos hincapié en aquellas que por su naturaleza dan lugar a la fabricación de los muebles y demás piezas ornamentales.

Una de las maderas más usadas es la de pino, del que existen varias especies. Es blanquecina, con tonalidades amarillentas o rojizas, fácil de trabajar, más resinosa que la del abeto, elástica o resistente según las clases. En nuestro país hay bastante variedad de pinos, entre los que destacan el piñonero, el insignis, el laricio, el silvestre, el negral, el negro y el carrasco, así como el de Canarias o el gallego.

El abeto también se emplea mucho en bastantes países europeos, aunque no tanto en España, donde sólo crece el abeto blanco en el Pirineo, y el pinsapo, una especie en vías de extinción, en el suroeste de la Península. El abeto se distingue del pino por las agujas erizadas y aisladas que tiene a lo largo de las ramillas. La madera de abeto, blanquecina o rojiza, tiene muy poca resina, las vetas son gratamente decorativas, lineales, y se labra con facilidad. Otro abeto cuyas vetas son mucho más patentes y decorativas es el douglas, traído de Norteamérica.

El cembro tiene una madera blanda, que se moldea muy bien y se usa para modelismo y maquetas, ya que su pasta se deja trabajar en todas las direcciones.

Otra madera muy común, con la que se hacían los muebles es el nogal, de origen oriental pero bastante común entre nosotros. Su madera es noble, se labra bien y tiene un color pardo oscuro o claro, según la variedad. Las vetas están marcadas, es dura y compacta, bastante pesada pero elástica, y se presta a un acabado muy esmerado, pero su gran enemigo es la carcoma.

La madera del haya, recién cortada, es de color amarillo claro, y cuando está curada se vuelve rojiza. Es sensible a las alteraciones físicas, y lo mismo que el nogal es atacado fácilmente por la carcoma.

El alerce tiene una madera parecida al abeto rojo (picea común), pero más apreciada. Es muy resinosa, poco deformable, y resiste bien a la intemperie, por lo que se usa para ventanas y puertas tanto de interiores como de exteriores.

El chopo tiene una madera clara y blanda que no se utiliza demasiado para hacer muebles, sino más bien para fabricar cerillas o láminas de contrachapado, que se obtienen desenrollando hojas del tronco, como si éste fuera un rollo de papel. Con pasta de chopo se fabrica madera artificial.

La madera de roble (emparentado con la encina) es de color pardo amarillento y tiene fibra lineal; se usa para construir muebles, entarimados y traviesas ferroviarias.

El peral tiene una madera rojiza sin vetas, muy estable. Hasta hace pocos años se usaba para hacer las reglas y escuadras de los dibujantes técnicos, precisamente por ser tan estable e inalterable en sus dimensiones. Es fácil de labrar, compacta, pesada, aunque no mucho, no se astilla y también se usa para fabricar instrumentos musicales y para tallar y tornear: no es atacada por la carcoma.

Otra madera inmune a la carcoma es el ciprés, tal vez debido a su olor tan penetrante y para nosotros, agradable. Tiene un color amarillo pajizo y se usa para embarcaciones, ya que resiste bien debajo del agua. También se usa para puertas y ventanas, y para armarios.

Otra madera muy bonita, de color amarillento, que tampoco le gusta a la carcoma, es la de boj. Tiene el grano finísimo, como el peral, pero es mucho más dura. No salta ni se quiebra en ninguna dirección, y se usa para trabajos de torno, ya que se puede labrar en piezas muy pequeñas, como las fichas del ajedrez. Muchos de los mangos de los útiles de los tallistas están hechos de boj.

Entre los árboles exóticos podemos nombrar los más asequibles para nosotros.

El cedro del Líbano tiene una madera muy perfumada de color rojizo, muy usada en la talla ornamental del arte sacro y aun se usa para los lápices. El olor típico de las papelerías se debe al cedro, lo mismo que el de las peleterías al alcanfor.

El ébano es tal vez la madera exótica más conocida, debido a su especial dureza y peso. La madera de ébano es de color negro. Parece ser que la de mejor calidad es la que procede de África; se usa para diapasones de guitarras, muebles y objetos de lujo, debido a su escasez y elevado precio.

También la famosa caoba, compacta, de grano finísimo, procedente de las zonas tropicales americanas, es una madera noble, usada para muebles de lujo, muy acabados y pulidos. No se altera ni deforma, la carcoma la desdeña y resulta muy elegante.

La teca es una madera procedente de Indochina que ha tenido mucha difusión, son bastantes tiendas las que exponían y vendían muebles de teca, que eran lineales, de color ocre rojizo, generalmente no demasiado pulidos sino más bien protegidos por un barniz opaco. Esta madera, sólida y resistente, se usa también para la construcción naval, para puertas y ventanas, entarimados y pavimentaciones, incluso de calles, así como para muebles y objetos, revestimiento de paredes, mamparas y muchas cosas más.

Otras maderas exóticas son: el palisandro, que procede de India y Brasil y tiene un color marrón rojizo, y el pino tea, que procede de Nuevo Méjico, de color amarillo rojizo, sin nudos, resinoso y resistente al agua.

El castaño, de un blanco amarillento o marrón es una madera elástica y resistente, poco compacta y de bajo peso, se usa en carpintería de exteriores e interiores, en ebanistería y también para hacer tinas, cubas y toneles.

El roble es un material muy duro cuya madera marrón amarillenta también es muy utilizada para hacer toneles, cubas y un largo etc.

La madera de sapelly o abebay, también escrita en algunos lugares como sapelli, es una madera de calidad originaria de África Tropical. Son frecuentes las comparaciones con la madera de caoba, siendo el sapelly más fino y denso. De tonalidad rojiza y semidura es empleada en todos los sectores de la carpintería, así como en la ebanistería por su gran facilidad de trabajo.

El iroko -muy de moda en los últimos años- es una madera tropical, conocida por su resistencia y durabilidad, y también por su interesante veteado y coloración. Es una madera muy adaptable que puede usarse en muchos ámbitos, destacando mucho en la carpintería de exteriores.

Clases de Barniz: Ventajas y Desventajas

Estos son los principales tipos de barniz disponibles en el mercado:

Barnices al alcohol:

Entre ellos destacaremos la goma laca, que junto y mezcladas con otras gomas podemos cambiar su transparencia, durabilidad, secado y un largo etc. Estos barnices solo los empleamos para muebles, instrumentos de cuerda frotada (guitarras) y en ocasiones muy específicas, teniendo como única aplicación la muñequilla.

Barnices nitrocelusosicos:

Son barnices de un solo componente que acapararon gran parte del mercado en la segunda década del siglo XX. Son barnices por lo general con acabados bonitos y sedosos aunque tienen el hándicap de que no son resistentes a los agentes químicos.

Barnices de poliuretano o isocionato:

Son barnices rígidos y que forman una gran película, hay que tener en cuenta el clima para trabajar con ellos, pues debido a su rápido secado, dan lugar a velados y cráteres. No son aptos para protección de exteriores, siendo su principal función el barnizado de puertas y muebles.

Barnices sintéticos:

Son barnices de carácter graso y con gran elasticidad, un secado lento, hace que sean dificultosos a la hora de trabajarlos. No obstante, son esas cualidades las que los hace ser apreciado, como protección de maderas expuestas a la intemperie, como puertas, embarcaciones, etc.

Barnices acrílicos:

Son barnices elásticos y cuya dilución en agua, hace que su secado sea rápido. No obstante, la película que dejan es fina y para proteger debemos aplicar varias capas. Uso frecuente en los acabados sobre pintura, por su carácter estable y que permiten que los colores se mantengan estables.

Lasur:

El lasur es un producto compuesto de resinas muy flexibles, sus diluyentes pueden ser agua y disolventes, lo que le permite ser tremendamente apto para elementos de madera expuestos a la climatología como son, las carpinterías de exteriores, puertas, ventanas, mesas de jardín y un largo etc. El lasur es un producto muy homogéneo y que actúa sin formar película. Es por eso, por lo que se le llama barniz a poro abierto, ya que su modo de acción es penetrar en el poro, pero sin llegar a formar películas, evitando así los descascarillados y permitiendo a la madera respirar.

Consejos Prácticos para una Aplicación Perfecta

Preparación de la superficie de madera

Este apartado será dividido en dos bloques muy diferenciados.

1. La forma de proceder cuando la madera a tratar, véase un mueble, etc., llega al taller totalmente virgen. Es objeto de controversia entre los mismos profesionales, quien es el que está destinado a lijar las piezas. Que duda cabe que el carpintero y/o ebanista debe dejar la superficie preparada para que el charolista, pueda proporcionar un buen acabado. Obviamente si el charolista observa algún defecto, será el mismo, quien proceda a subsanar ese error u olvido del carpintero, sobre todo, para evitar desplazamientos de la pieza en cuestión y como un mero detalle de compañerismo.

2. Distinto proceder tiene cuando tengamos que restaurar un acabado, veamos las distintas fases.

Decapado, el cual puede hacerse mediante lijado manual y/o lijado con máquinas eléctricas pudiendo ser, por ejemplo, lijadoras vibratorias y orbitales.

Decapado con sosa caustica, método cada vez más en desuso, debido a la aparición de los decapantes químicos en gel, con gran poder de eliminación, de barnices duros como los poliuretanos.

Una vez decapada y lijada la superficie, habrá casos en los que habrá que decolorar o teñir para empezar el proceso de barnizado. A modo de ejemplo, podríamos decolorar con productos como la lejía, el ácido oxálico o los decolorantes de dos componentes.

El teñido podrá hacerse mediante productos naturales o químicos, dejando este apartado para un capitulo posterior, por su gran importancia y complejidad.

Técnicas y herramientas recomendadas para una aplicación uniforme

Para una aplicación a muñequilla, el mayor secreto es no dejarla parada sobre la superficie, conviene destacar los movimientos circulares y haciendo ochos, con especial énfasis en los rincones y zonas de difícil acceso.

Para la aplicación a pistola lo ideal es, colocarla a una distancia mínima de 20 cm. La forma de hacerlo será en paralelo, de tal forma que la boquilla y la superficie estén a un ángulo aproximado de 90 grados. Para que la aplicación sea correcta, deberemos ir superponiendo, las pasadas a las anteriores, con una velocidad más o menos constante.

No obstante, ni que decir tiene, que todo es cuestión de práctica.

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