La madera es un material que puede ser duro como el hierro y frágil como una galleta. Con un instrumento de palo-hierro se puede labrar la madera de una balsa.
Entre estos dos extremos encontramos distintas durezas, desde el ébano hasta el nogal, pasando por el boj, la robinia, el chopo, el tilo, el cedro, el cembro o el pino, por poner algunos ejemplos.
Y no son sólo la dureza o la ligereza las características de la madera, el color también varía, según los tipos: hay maderas casi blancas como el chopo, y casi negras como el ébano. Las hay amarillas como la robinia (falsa acacia) y el boj, y rojas como el amaranto, la caoba y el paduca. Las hay grises como el índigo, marrón claro como el nogal común y de un marrón casi violáceo como la mansonia.
Hay maderas que se mastican, como el regaliz, una típica planta mediterránea, maderas con propiedades medicinales como el ruibarbo y maderas nocivas por sus exhalaciones, como la mansonia.
Hay maderas que huelen bien, como el sándalo, el cedro o el cerezo, y otras que huelen mal, como el obeche, que exhala un olor a zoo.
Hay maderas resinosas, como el alerce, utilizado todavía hoy para hacer embarcaciones, que no se podrían construir de chopo porque esta madera en lugar de rechazar el agua la absorbe, hasta el 75 por 100 de su peso.
La resistencia al choque también varía: hay maderas que resisten muy bien, como el plátano, el roble, el haya o el fresno, con los que se hacen los esquís, por ejemplo, mientras que otras son muy frágiles, como la de balsa o el okume.
Otra de las propiedades de la madera es la resistencia a la comprensión. El chopo resiste la compresión de 250 Kg por centímetro cuadrado, mientras que el also resiste 450 Kg por centímetro cuadrado. Todas las maderas son resistentes a la tracción, sobre todo si se realiza en el sentido de las fibras.
La flexibilidad es también típica de algunas maderas, como el fresno y el haya, que sirven para fabricar objetos deportivos como arcos, ballestas, remos o esquís.
El aspecto, digamos, decorativo de la madera se debe a las vetas. Hay maderas como el alerce, el castaño, el olmo, la robinia, la teca, el palisandro y el pino tea, que están bellamente veteadas. El olivo es una madera manchada, con zonas claras y zonas oscuras, aunque no siempre. Otras maderas no están veteadas, y tienen aspecto de pasta de madera: son las que mejor se tallan con las herramientas adecuadas. Entre estas maderas destacan el cembro, el cedro y el peral.
Hay otras maderas, en cambio, que se pueden curvar en caliente, y conservan la curvatura para siempre: pensemos en un instrumento musical, como el violín: todas las partes curvas han sido moldeadas al vapor y después se han secado con la forma deseada. Las maderas que se curvan son el plátano, el chopo, el haya de Bosnia y el abedul.
Otras maderas se pueden moldear a presión, dándoles la forma que se quiera (tilo, chopo, abedul y balsa). La típica sonoridad de ciertos instrumentos musicales se debe a la madera con que están fabricados. Un músico experto distingue una flauta de bambú de otra hecha con otra madera, el xilofón se basa en la sonoridad de la madera, y lo mismo se puede decir de muchos instrumentos, desde el violín hasta el contrabajo.
El defecto más conocido de la madera es que puede ser atacada por los insectos. La carcoma, los barrenillos, los avispones y los termes son sus principales enemigos. El nogal, especialmente, puede ser atacado por la carcoma cuando no se corta en la sazón adecuada, es decir, en ciertos momentos de la estación. En cambio, estos insectos atacan menos a los árboles resinosos. La madera de alcanfor ahuyenta a los insectos, y en Oriente se suele meter una tablilla de esta madera en los armarios precisamente contra la carcoma.
Por lo general, la madera es agradable al tacto, entre otras cosas porque no absorbe el calor humano como lo hacen los metales, el cristal y el mármol. Es por eso y por su buen aspecto por lo que se usa para amueblar las casas. Una mesa de madera siempre decora un ambiente de un modo más humano que otra de cristal y acero cromado o de plástico. Cuando las maderas no están barnizadas o pintadas distinguen también al tacto: las hay suaves, como el chopo, otras ligeramente peludas, como la balsa, y otras céreas como la teca. Algunas son tiernas, mientras que otras son durísimas pero nunca frías.
La madera es bonita a la vista y agradable al tacto, suele tener un buen olor que recuerda momentos felices de paseos por los bosques de aire puro, cálida, se puede masticar como el regaliz, o comer, como brotes de bambú y además tiene multitud de usos, pero eso lo dejaremos para el próximo artículo.
Extraído del libro “La madera, como conocerla y trabajarla“ R.Donzelli- B.Munari- P.Polato